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HISTORIA

EL REFUGIO

Hay datos históricos que demuestran que este cortijo ya existía en el siglo XV y probablemente antes, siendo de los más antiguos del entorno.

En el documento más antiguo conservado del legajo de documentos que se conservan en el Mas Pla y que fecha del 15 de mayo de 1839, figuran como propietarios Josep y Joan Reimbau y Pla.

 

Posteriormente, la propiedad pasó, en una fecha que desconocemos, a la familia Solà de Manresa y así en 1843 el propietario es Vicenç Solà y Solernou; en 1880 ya figura su hijo como propietario, el médico Josep Solà y Abadal; a partir del 1887 los arrendamientos los firmará el hijo de este Joaquim Solà y Solernou y en 1928 será su viuda, la Sra. Anna Serra de Arqué, la que constará como propietaria.

 

Parece ser que en el Pla había tres hijos, el heredero se quedó con la casa del Pla y los otros dos se partieron la herencia. Al segundo le tocó el Planoi y al pequeño Cal Planellet, que es la casa que tiene menos tierra. De esto viene que estas casas estén cercanas y tengan la misma raíz en el nombre.

​El Mas Pla está formado por un conjunto de edificaciones que se organizan alrededor de un patio cerrado y que fueron construidas en diferentes épocas como lo demuestra el juego de tejados. La casa principal es de planta rectangular con tejado a doble vertiente, con planta, piso y buhardillas bajo tejado, con menajes de piedra. La puerta de la entrada principal tiene un dintel de piedra que también se observa en la mayoría de las aperturas. Entre las aperturas destacan los balcones de la fachada.

En el exterior destacan la era y una balsa, ambas de piedra. La balsa está debajo de Cal Jepet Vinyes y al lado derecho del camino que va hacia el Pla, era la balsa del huerto del Pla donde cosechaban muchas viandas. Donde hay la actual balsa del Pla, hecha de piedra, antes había una de tierra, donde las mujeres de la casa iban a lavar.
Mas Pla tenía, dentro de su propiedad, una noria al Cardener, con catúfols, al lado del huerto del cortijo.
También, junto al cortijo había un trujal de aceite, así como dos tinas en edificios separados y que todavía se conservan.

Durante el año 2017, el pajar del Pla se remodeló para convertirse en el actual refugio de peregrinos, un espacio donde el peregrino podrá descansar de su viaje hacia Montserrat o hacia Manresa, siguiendo el camino de Santiago, el Camino de San Ignacio u otras rutas que atraviesan el municipio.

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